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El auge de las energías verdes ha tenido gran impacto en muchas esferas de la sociedad, entre ellas las empresas. En efecto, la eficiencia energética se ha convertido en un factor clave para alcanzar objetivos empresariales como reducir costos, mejorar la competitividad y cumplir estándares ecológicos, sociales y de gobernanza.
En 2021, la COP26 de Glasgow ratificó recientemente el Acuerdo de París de 2016, cuyo objetivo es mantener, antes de finales de este siglo, el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados con respecto a la temperatura de la era preindustrial. La clave para alcanzar este objetivo es la transición energética, es decir, cambiar de un sistema energético tradicional a uno de bajas emisiones basado en fuentes renovables.
Antes, en 2018, en el International Gas Union se discutieron las “3D” del mercado energético (descarbonización, descentralización y digitalización), unas tendencias que permitirán a las empresas mejorar su competitividad y rentabilidad por medio de la eficiencia energética.
Sectores económicos tan diversos como el turismo, la educación, la construcción, la industria textil, el transporte y la explotación minera han adoptado el Sistema de Gestión de Energía ISO 50.001 para mejorar su eficiencia energética. Sin embargo, cumplir esta norma ha hecho que las empresas incurran en grandes gastos de personal para monitorear su desempeño energético, debido a que no poseen la tecnología idónea para reducir los costos de mantenimiento o realizar auditorías de producción.
En cambio, las empresas con herramientas de la industria 4.0 (como monitoreo remoto, analítica de datos en tiempo real e inteligencia artificial) pueden evaluar sus instalaciones desde cualquier lugar, realizar mantenimiento a sus activos para evitar daños o pérdidas, o emplear el valor agregado de la predicción para tomar decisiones anticipadas.
Las empresas sostenibles optimizan el consumo energético de sus activos con software e inteligencia artificial. Estas empresas han descubierto que con tecnología digital pueden evitar el desperdicio de energía, el deterioro de equipos y la mala ejecución de políticas energéticas. Porque una deficiente digitalización de los sistemas y los procesos internos muchas veces resulta en un mayor consumo energético ocasionado por la ocurrencia de errores en las máquinas, el desaprovechamiento de recursos y las demoras en la corrección de fallos.
En lo que respecta al uso de energías alternativas, la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) resalta que el desafío de emplear energías limpias o seguras como el gas licuado de petróleo (GLP) es tan grande como el reto de la descarbonificación. La razón está en que la energía verde muchas veces no se aprovecha. Con la transformación digital se puede superar este reto, pues permite aprovechar en tiempo real la información sobre el consumo energético empleado en la producción.
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Colombia, con la ley 1715 de 2014 ―que regula la integración de las energías renovables no convencionales en el Sistema Energético Nacional, y dado el papel protagónico del país en la Red de Centros del Foro Económico Mundial para la Cuarta Revolución Industrial―, busca incentivar a los empresarios para que:
El objetivo final es que las empresas colombianas sean sostenibles e innovadoras, y aprovechen al máximo sus recursos.
Puntos importantes: